Monday, July 6, 2009

El Sistema Interamericano ante la Encrucijada

Enrique Arturo de Obarrio

EX PRESIDENTE DE APEDE



Debemos estar muy preocupados porque el desenlace de lo que acontece en Honduras sea uno que favorezca la causa de la democracia en su más amplio sentido; una democracia que asegure las más plenas libertades y la paz social.

Con base en viejos paradigmas se ha deplorado internacionalmente el "golpe de Estado", clamando por el inmediato retorno del "orden constitucional", entendido éste como el regreso inmediato al poder del presidente elegido por el pueblo. Un presidente que desde hace mucho tiempo dejó de gobernar en los mejores intereses del pueblo que le confirió un mandato claro; un mandato para gobernar respetando la institucionalidad, y no para anteponer sus intereses personales (y los de Chávez) por encima de los más caros intereses nacionales, pretendiendo perpetuarse en el poder.

Este "presidente" incurrió en causales suficientes para ser despojado del cargo. Hubo una decisión previa del Congreso y de la Corte Suprema de Justicia, que recibió el respaldo de otras instituciones del Estado hondureño y de varias organizaciones de la sociedad civil y del sector privado en Honduras. De otro lado, tenemos una posición internacional influenciada por representantes de gobiernos supuestamente democráticos, seudolíderes neopopulistas que se dicen socialistas y solidarios pero que, en realidad, han jugado inmisericordemente con las reglas de la democracia para hacerse del poder y servirse ellos de la política, lejos de servir al bien común a través de la política. Sus acciones han devenido en regímenes narcisistas totalitarios que coartan las más puras libertades.

Ante la encrucijada, debemos esforzarnos por ser muy cautos en el análisis. Debemos estar muy claros en cuanto a para quién realmente luchamos, cuando abogamos por la promoción de la cultura de la democracia como una forma de vida. Quisiera pensar que luchamos por los pueblos oprimidos, que subsisten en la pobreza y la inequidad, sin libertades plenas. Es eso lo que lograremos haciendo, ahora, fuerza común con los Chávez, los Ortega, los Morales y los Correa? ¿Quieren ellos, en realidad, lo mejor para el pueblo hondureño? Estoy muy seguro que ¡no!

No tengo reparo alguno en atreverme a ir en contra de esa simplista "opinión internacional". No tengo reparo alguno, en defensa de la democracia hondureña, de optar por la ética de la responsabilidad. No manda en Honduras en estos momentos el ejército. Se ha posesionado en el cargo a nivel del Organo Ejecutivo a un civil, según lo prevé en estos casos la Carta Magna; todo lo anterior ha ocurrido como resultado de las pretensiones reeleccionistas de Zelaya -quien ahora cínicamente se presenta al mundo como la gran víctima-, y su quebrantamiento del "órden constitucional" al haber desconocido flagrantemente los dictámenes de la Corte y el Tribunal Electoral.

Lo ocurrido en Honduras NO ha sido un golpe de Estado militar. Fue una solución llevada a cabo por hondureños y sus instituciones, NO por una fuerza foránea. Fuerza foránea intervencionista es lo que se ha venido consolidando en los últimos días, so pretexto de la defensa de la institucionalidad, pero no exactamente para fortalecer la democracia y para favorecer las libertades plenas. Es una flagrante violación del sagrado principio de autodeterminación de los pueblos.

Así como en el caso de Panamá la comunidad internacional se burló de nuestra causa durante las atrocidades de Noriega, así también lo está haciendo en el caso de Honduras, facilitando el regreso del enemigo al poder.

Tengo la convicción de que si se flaquea en esta hora crucial, permitiéndose el retorno de Zelaya al poder, él se estará entronizando en el mismo con más fuerza que nunca, y será no sólo la desgracia de Honduras, sino también una estocada letal para el sistema interamericano.

El mismo Chávez y su nefasto proselitismo político-ideológico quedará consumado, y hasta legitimado por la comunidad internacional; y que Dios nos agarre a todos confesados.

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